XIII Congreso nacional misionero

¿Qué significado tuvo el congreso misionero reciente para la Iglesia colombiana?

El acontecimiento eclesial y misionero vivido en el pasado mes de Julio del presente año, ha sido realmente un Kairós para la Iglesia de Colombia, gestando en la comunidad de bautizados venidos de todas las jurisdicciones eclesiásticas del país, el deseo incesante de ser “Testigos de la Fe, Pregoneros de la Gracia” Las fuerzas misioneras y laicales presentes en este congreso, reavivaron en todos, el compromiso con la misión Ad gentes: Aquí, con los que están cerca, Allí, con los vecinos, hermanos y compañeros, y Allá, allende las fronteras.

La universalidad, la diversidad de rostros y la alegría de la Iglesia fue uno de los sentimientos encontrados en este Congreso Nacional Misionero. Tuvimos la grata presencia del Emmo. Sr. Cardenal Luis Antonio G. TAGLE, Pro-prefecto de la sección para la primera evangelización y las nuevas iglesias particulares del Dicasterio para la Evangelización, quien expresó la cercanía del Santo Padre para con la iglesia colombiana y a su vez, con el testimonio brindado, alentó a todos a ir al encuentro de los pueblos indígenas, los jóvenes, el mundo digital, los discapacitados y los migrantes.

Al celebrar los 100 años del primer Congreso Nacional Misionero, realizado en el año 1924, se resaltó la especial figura de quienes impulsaron el gran acontecimiento de aquel entonces, entre ellos, Santa Laura Montoya Upegui y el Venerable Miguel Ángel Builes Gómez, pioneros de la Misión, tanto en Colombia, como en otros lugares del mundo. Sus Comunidades fundadas, presentes en este centenario, hacían memoria de su Testimonio Misionero y a su vez, los presentaban como modelos inspiradores de la Misión.

Todo el Episcopado Colombiano, un gran número de sacerdotes, comunidades religiosas, seminaristas y, por supuesto, los laicos presentes en este magnánimo acontecimiento demostraron el gran potencial que existe en todo el territorio nacional, personas fieles, entregadas, sacrificadas, con el gran anhelo de seguir dando la vida para que muchos conozcan el amor de Dios, Dueño y Señor de ‘la misión’.

El mayor significado que tuvo este Congreso Centenario fue el despertar misionero en toda la Iglesia colombiana. Colombia, en el concierto universal, se ha caracterizado por ser un paradigma de la Misión ante el mundo, y ahora, con este impulso recibido por el Espíritu Santo, Artífice de la Evangelización en la iglesia, se espera que con un ejercicio sinodal y todos sintonizados en el dial de la misión, se pueda lograr que “en la Iglesia misionera ¡Colombia de primera!”

¿Cuál fue la experiencia intercultural del congreso misionero?

El mismo encuentro de las 78 jurisdicciones eclesiásticas de todo el país, junto con otras personas venidas de diferentes partes del mundo, tales como Italia, Canadá, Brasil y África, propiciaron una experiencia intercultural, puesto que entre ellos se encontraban Comunidades Indígenas, Afrodescendientes y mestizos, enriqueciendo con su pluriculturalidad, este acontecimiento de la Iglesia misionera en Colombia.

En el taller de “Misión, etnias y diálogo intercultural”, se dialogó sobre la necesidad de una pastoral generativa y fecunda, o sea, no solo dar valor a los sacramentos, sino que toda persona a la que nos acerquemos se pueda encontrar con Jesús vivo, en el silencio, en la escucha, en la acogida, en la dignidad, en el abrazo fraterno, solo el amor atrae. Al mismo tiempo esta actitud del misionero es posible si está unido a Dios, que es la fuente fecunda de una verdadera pastoral misionera.

Un momento muy significativo y emotivo fue cuando en la Eucaristía conclusiva se hizo el “envío” de varios misioneros, misioneras y sacerdotes colombianos a distintas partes del mundo, especialmente a Cuba y África, un testimonio de la Iglesia Colombiana ad extra.

¿Cuáles son los nuevos horizontes que se entrevén para el caminar de la Iglesia en Colombia?

El ejercicio Sinodal realizado en el XIII Congreso Nacional Misionero, Gran Congreso Centenario, se vio reflejado en los talleres realizados, donde los participantes tuvieron la oportunidad de expresar cuáles son las fortalezas y debilidades de la misión en la Iglesia local, nacional y universal, evidenciando una variedad de retos misioneros para los años venideros, en los que se destacan: el acompañamiento y la formación permanente del laicado como principales discípulos de trasmisión del anuncio de Jesús en sus realidades temporales, la necesidad de fortalecer lazos de unidad entre la jerarquía de la Iglesia y el laicado, la urgencia de espacios de intercambio de experiencias misioneras de la Missio ad gentes, tanto ad intra como ad extra.

Evidenciando estos retos misioneros, se propone un caminar juntos en el que se fortalezca la fraternidad entre todas las jurisdicciones eclesiásticas del país, un compromiso más claro para con los lugares en situaciones especiales de misión, privilegiando los Vicariatos Apostólicos del territorio colombiano; también se ve la necesidad de la formación de los laicos, sectorizándolos en los Comités Regionales de Misión, obteniendo así, una sensibilidad y compromiso más fuerte en toda la comunidad de bautizados de la iglesia que peregrina en Colombia con la missio ad gentes, y así, solo así, se podrá “ser Testigos en Jerusalén, en toda Judea y en Samaría, y hasta los confines de la tierra”(Cf. Hch 1,8), que quiere decir AQUÍ, ALLÍ Y ALLÁ.