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POSPA

Jornadas

La Jornada Mundial para la Santa Infancia

Con la celebración de esta jornada también se busca difundir la POSPA y su cometido en todo el pueblo de Dios. La colecta económica es también un signo de nuestra comunión con el Santo Padre y con su petición de ayuda para las vocaciones nativas.

 

En 1.989, al cumplirse el primer centenario de la POSPA, el Papa San Juan Pablo II nos dice claramente que esta obra debe continuar en la Iglesia. Al respecto, leamos el número 5 de su Carta Apostólica en el centenario de la POSPA:

 

“Cien años después de su fundación, la Obra de San Pedro Apóstol está lejos de haber acabado su misión. Si las jóvenes Iglesias ven aumentar felizmente el número de las vocaciones sacerdotales y religiosas surgidas en su seno, el grito oído por el Apóstol Pablo: “Pasa a Macedonia y ayúdanos” (Hch 16, 9), no dejará de resonar entre los ministros del Evangelio, de todas partes del mundo, mientras el número de los bautizados no crezca al mismo ritmo que la población del globo.

 

La invitación de Cristo nos concierne a todos y nos interpela con fuerza. El Vaticano II ha subrayado claramente el carácter comunitario de la misión por la cual Cristo pidió que se rezara al Señor de la viña: “La comunidad local no debe fomentar sólo el cuidado de sus propios fieles, sino preparar también, imbuida de celo misional, para todos los hombres, el camino hacia Cristo” (Presbyterorum Ordinis, 6).

 

Teniendo en cuenta la amplitud de la tarea que compete a los sacerdotes y a los religiosos en el mundo actual, y considerando las múltiples dificultades que encuentran en el apostolado, es preciso cultivar, consolidar y formar las vocaciones suscitadas por Dios. Y esta labor corresponde sobre todo a los seminarios menores y mayores. Estas instituciones tienen necesidad de la cooperación generosa de todos los fieles para poder dar a los candidatos al sacerdocio la formación equilibrada que necesitan. El crecimiento del clero autóctono podría detenerse a causa de la insuficiencia de los recursos disponibles. Según el testimonio de numerosos obispos de los países de misión, más de una diócesis hoy día correría el peligro de ver reducida su esperanza de contar con un clero autóctono, si no gozara de la ayuda aportada por la Obra de San Pedro Apóstol. No cerremos nuestro corazón: ¡lo que hemos recibido de su bondad, démoslo también nosotros con alegría!”