La Navidad es el corazón del anuncio cristiano y la fuente permanente de la misión de la Iglesia. En el misterio del Verbo hecho carne, Dios se acerca a la humanidad, asume nuestra historia y la transforma desde dentro. Allí donde Dios decide habitar entre nosotros, comienza también el envío misionero.
Las Obras Misionales Pontificias de Colombia (OMP Colombia) celebran este tiempo de gracia contemplando el rostro del Niño Jesús, acogido por María y José, como signo de esperanza para los pueblos y como inspiración para una Iglesia que camina en estado permanente de misión, tal como lo propone la Visión 20–36.
El Evangelio nos recuerda: “Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros; y hemos visto su gloria, la gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Jn 1,14). Este es el fundamento de toda acción misionera: Dios no se queda distante, sino que entra en la vida concreta de los hombres y mujeres de todos los tiempos.
La imagen de la Sagrada Familia nos introduce en el estilo con el que Dios elige salvar al mundo: la sencillez, la cercanía y el amor que cuida la vida. Jesús nace en un hogar humilde, en medio de la fragilidad humana, revelando que la misión no se impone, sino que se encarna; no domina, sino que sirve.
En este sentido, el Papa León XIV, durante el tiempo de Adviento, recordó a la Iglesia que “ponemos nuestros pensamientos y energías al servicio de un Dios que viene a reinar no para dominarnos, sino para liberarnos” (Ángelus, 7 de diciembre de 2025). Esta afirmación ilumina el compromiso misionero de la Iglesia, llamada a anunciar un Reino que libera, sana y devuelve la esperanza.
Celebrar la Navidad es renovar la certeza de que la misión comienza en la acogida del don de Dios y se traduce en cercanía concreta con las realidades humanas. La Encarnación impulsa a la Iglesia a salir al encuentro de los pueblos, a compartir sus alegrías y sufrimientos, y a anunciar el Evangelio con gestos de amor, justicia y misericordia.
Hoy, en medio de contextos marcados por la desigualdad, la violencia y la incertidumbre, la Navidad proclama que la luz de Cristo sigue brillando. Como lo expresó el Papa León XIV: “Cuánto necesita el mundo esta esperanza… nada es imposible para Dios” (Ángelus, 7 de diciembre de 2025). Esta esperanza sostiene la misión y anima el compromiso de quienes, desde distintos lugares, trabajan por un mundo más fraterno.
OMP Colombia: caminar juntos en la misión. En sintonía con la Visión 20–36, las Obras Misionales Pontificias de Colombia renuevan en esta Navidad su llamado a caminar juntos —obispos, sacerdotes, religiosos, laicos, familias, niños y jóvenes— para fortalecer la animación, la cooperación y la formación misionera en todo el país.
Cada iniciativa, cada oración, cada gesto solidario y cada apoyo a la misión es una manera concreta de hacer visible que Dios habita entre nosotros. La misión nace del amor recibido y se convierte en amor entregado, especialmente a quienes más lo necesitan.
Navidad de esperanza y envío para el 2026
Al concluir este año y abrirnos al 2026, OMP Colombia agradece profundamente a todos los misioneros, animadores, comunidades y benefactores que hacen posible el anuncio del Evangelio en los territorios y en las periferias. La Navidad no es un punto de llegada, sino un nuevo comienzo, un envío renovado para seguir anunciando a Cristo con alegría y fidelidad.
Que el Niño de Belén nos conceda un corazón misionero, atento y disponible, para seguir siendo testigos de la esperanza.
Las Obras Misionales Pontificias de Colombia les desean una Feliz Navidad y un bendecido año 2026, caminando juntos en la misión.










